viernes, 4 de febrero de 2011

127 hours (127 horas)




Aron Ralston (James Franco), arrogante, confiado pero igual un poco simpático se carga una mochila con algo de comida, un poco de agua, linterna, cámara de fotos y de filmar y algún equipamiento básico de alpinismo. Sin avisarle a nadie de su paradero se embarca en un paseo por los cañones de Utah. Después de un cruce fugaz con un par de aventureras, atravesando una grieta, Aron pisa mal, una roca se afloja y el protagonista cae en el interior. Su brazo derecho queda atrapado por la piedra, dejándolo a él completamente inmovilizado y gravemente herido, las provisiones son insuficientes y la posibilidad de que alguien lo encuentre es nula: Aron sabe que, con suerte, sobrevivirá unos días antes del final inevitable.

La historia es real y fue bastante mediatizada en el 2003; por las dudas de todas formas, no voy a suponer que el desenlace de la misma es conocido, pero simplemente con el nombre sabemos que la resolución de la misma ocurrirá en aproximadamente cinco días. El director Danny Boyle (Trainspotting, Slumdog Millionaire) se plantea entonces un desafío más que interesante y profundamente complicado: hacer de esta experiencia algo “mirable” en la pantalla. La premisa parece dificultar bastante esta tarea: una sola locación reducida (de hecho, minúscula) y un protagonista único e imposibilitado de movimiento, ¿cómo convertirlo en algo interesante que mantenga la atención durante 93 minutos? En el caso de 127 Hours la clave reside en dos factores esenciales: la capacidad de Boyle de tomar una historia, por simple que sea, y realizar con ella un ejercicio estilístico superior, y la soberbia actuación de Franco.
Boyle trabaja en profunda colaboración con un increíble James Franco (muy alejado del galancito juvenil de sus primeras películas) procurando involucrarnos en su pesar. Su historia la conocemos a través de flashbacks, alucinaciones y visiones, mientras que quién es él realmente se nos revela en su accionar mientras pasan los días y la esperanza se reduce atrapado en la grieta. Pero el director sabe que la única forma de que este experimento funcione es ir un paso más allá que el simple afecto por el protagonista, tenemos que sentir con él, no solo acompañar sus emociones, sino buscar un tipo de identificación mucho más específica: tenemos que preguntarnos NOSOTROS que haríamos en su situación, mirar y analizar sus decisiones como si fueran las nuestras, como si fuera nuestra vida la que está en juego. En los momentos más crudos, Boyle, que nunca ha tenido pudor en mostrar hasta el límite de lo mostrable, opta por incorporar el sonido como recurso para agregar al efecto, al punto que nos resulta casi imposible sostener la mirada. La antítesis que nos generan los planos en los que se nos muestra la belleza impactante de la naturaleza, pero que es a la vez el “enemigo” de la película se acentúan con una fotografía sumamente cuidada que se permite ser cálida y cargada de belleza, a la vez que amenazante.

Todos los recursos de Boyle sin embargo, están puestos al servicio de un verdadero tour de force de James Franco. Pocos actores pueden cargar de forma tan versátil el peso de una película como esta, y aún cuando este hombre ya había empezado a dar muestras de su verdadera capacidad, es en este rol en el que se permite realmente explorar sus posibilidades. El rango de emociones a los que se y nos expone es extenso y el riesgo existente es el de “dejar ver” la actuación, perder credibilidad en los necesarios cambios de estado del personaje, que se suceden a un ritmo vertiginoso. Franco acepta el desafío y muestra que está a la altura, cuando no por encima, permitiendo la conexión necesaria que necesitamos con él para acompañarlo en sus días la grieta

El resultado de esta colaboración es exitoso y por demás recomendable, lejos de funcionar solamente como una exaltación narcisista de las capacidades de ambos artistas, permite conectar son sus intenciones, nos interpela, plantea preguntas. Nos habla de nuestra pequeñez frente a la inmensidad del mundo, pero nos muestra también nuestro poder frente a esa pequeñez… La nominación de Franco a los Oscar es más que merecida, e independientemente del resultado, me deja a mí al menos esperando con ansia su próximo trabajo.

4.0/5.0

Gracias por leer, son un público maravilloso
Gonza

2 comentarios:

  1. Es un espectáculo ésta película! Muy buena la reseña, es real que hay momentos que es imposible sostener la mirada en la pantalla.
    Saludos!
    meche

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  2. una ***onga esta pelicula, la escena de la mutilación es totalmente innecesaria, se podrían haber ahorrado el toque "juego del miedo/pelicula gore de cuarta" y hubieran tenido algo mejor, al final ese detalle le roba el protagonismo a la propia historia, la-men-ta-ble
    pd: franco bien, igual estuve esperando toda la pelicula q empezara a gritarle al hombre araña para q lo salvara (no puedo disociarlo)

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