miércoles, 31 de octubre de 2012

looper (asesinos del futuro)


Probablemente esté bien aceptado que el gran momento de la ciencia ficción en cine terminó a mediados de los 80, con Blade Runner (Scott, 1982) como un buen broche de oro. Hay excepciones claras en tiempos más recientes que nos recuerdan que todavía se pueden producir contenidos inteligente y relevantes dentro del género; Minority Report (Spielberg, 2002) viene a la mente en primer lugar, y se pueden mencionar algunas más, pero son pocas en general las películas que no caen en usar la premisa de la ciencia ficción como disparador del más convencional y sinsentido cine de acción. Pocas las películas que nos recuerdan que la ciencia ficción no tiene demasiado que envidiarle a la filosofía o la religión en términos de las preguntas que se hace frente al hombre y su complejidad. Cuando aparecen películas que recuerdan de qué va realmente el género y le son fieles, hay motivos para festejar. Looper es una de esas películas.

En Looper, el director Rian Johnson (Brick) propone un mundo en el que en el año 2074, los viajes en el tiempo son una práctica posible pero ilegal, que permite a los criminales y mafiosos enviar treinta años al pasado a sus víctimas para que sean eliminadas y desaparecidas por un grupo de asesinos a sueldo conocidos como "loopers".  La contrapartida del trabajo es que para cubrir sus rastros, eventualmente los patrones envían a cada looper (con su consentimiento) a su "yo" del futuro para cubrir rastros. El asesino se elimina a sí mismo (cierra el "loop"), cobra una jugosa jubilación y vive los siguientes treinta años de su vida retirado hasta ser enviado de vuelta.  Joe (Joseph Gordon-Levitt) es uno de estos loopers, ahorrando el dinero de sus encargos para mudarse a Francia a vivir sus últimos treinta años, hasta que su yo del futuro (Bruce Willis) llega para cerrar el loop, Joe lo reconoce y falla a la hora de asesinarlo.  Ahora el Joe del 2044 debe reparar su error, mientras que su yo futuro se embarca en una misión que posiblemente cambie su futuro.

Aun cuando muchas de las temáticas en la narrativa de Looper puedan recordar a otros clásicos de la ciencia ficción (Terminator, Twelve Monkeys entre otras), lo que hace a esta película sobresalir es la habilidad de Johnson (que también firma el guión) de colocarse por sobre los vicios más recientes del género y entender a qué lugares su película debe ir, y a qué lugares no. En una escena en la que Joe presente y Joe futuro (o más correctamente, Joe futuro y Joe más- futuro) se ponen al tiro en un restaurant, Gordon-Levitt intenta comprender la dinámica del viaje en el tiempo solo para que Willis lo detenga diciéndole que "si nos ponemos a hablar de eso vamos a estar toda la tarde haciendo esquemas con las pajitas". Los físicos teóricos todavía no logran descifrar con claridad la posibilidad del viaje en el tiempo, y  esta película no es el lugar de hacerlo. Johnson solo se encarga de que en la lógica interna del film todo resulte coherente, dejando de lado la física y lo rebuscado, y lo consigue. 

En miras de esa coherencia interna, Johnson es especialmente cuidadoso en darle a la película los tiempos que precisa; un arte casi perdido en el actual cine de acción/ciencia ficción. El director quiere a sus personajes y en consecuencia se queda con ellos, les regala momentos completos de introspección, y los toma en primeros planos sobresalientes. Cada encuadre resulta extremadamente pictórico y en beneficio de la profundidad que los involucrados necesitan; así, cuando llegamos a la granja de Sara (Emily Blunt), olvidamos que estamos en medio de un thriller de sci-fi, para involucrarnos por completo en ese escenario rural y en la vida de su protagonista gracias a la cuidada fotografía de Steve Yedlin.  

Las dosis son justas en Looper, que además de darse tiempos y bajar el ritmo cuando lo necesita, entrega secuencias de muy buena acción, filmada lejos de las nuevas modas de montaje hiper-acelerado y cámara en mano. Casi como homenajeando la acción de la vieja escuela, la cámara aquí también se detiene, se posiciona fija y toma la acción que necesita porque entiende que la imposibilidad de comprender lo que ocurre no es ni debería ser un sinónimo de adrenalina. Johnson demuestra entonces que puede rodar acción con la misma intensidad y efectividad que drama, y se posiciona con Looper en el lugar de uno de los directores del nuevo siglo a los que merece la pena seguirle el rastro, capaz de elaborar un guión creativo e interesante, que se atreve a desarrollarse como debe desarrollarse (esto es intencionalmente vago, ya que no quiero revelar demasiados detalles de la historia) y de llevarlo al fílmico con calidad técnica pero sobre todo con "alma". 

Por el lado de la interpretación, Gordon-Levitt sigue demostrando (ahora con prótesis faciales para asemejarse más a su yo del futuro) que es uno de los intérpretes más relevantes y efectivos de su generación. Blunt interpreta a Sara con intensidad, y Willis, en su salsa en las escenas de mayor demanda física, nos recuerda de la mano de los primeros planos de Johnson que también puede ser un actor más que competente cuando no empuña un revolver (o metralleta, o bazooka, o tanque...)

De lo mejor del año

5.0/5.0

viernes, 19 de octubre de 2012

mientras espero mi martini (revuelto...no agitado): las 5 mejores películas de 007

el 1º de noviembre está a la vuelta de la esquina, y con él el estreno de Skyfall, la más reciente entrega en la extensa saga cinematográfica de James Bond, el agente del servicio secreto de su majestad. Tercera en el ciclo de Daniel Craig interpretando el rol principal, y primera a cargo de Sam Mendes, ecléctico director de películas como American Beauty (1999), Road to Perdition (2002) o Away we Go (2009).

Como la espera nos vuelve locos y nada es más atractivo en internet que las listas; he aquí, a criterio de se burlan de mi mula BLOG, las cinco mejores películas del agente 007:



5. Goldfinger (007 contra Goldfinger, Guy Hamilton, 1964)



La película que inició el "estilo" James Bond en films de espionaje. Los artefactos increíbles, los personajes con nombres sugerentes (Oddjob, Pussy Galore), la brillante actuación de Connery y una de las líneas más recordadas y parodiadas del género. Goldfinger es a la vez todo lo brillante que la saga podía ser, y todos los potenciales excesos en los que se podría caer (como ocurriría más adelante, sobre todo en la etapa Moore)

4. Casino Royale (Martin Campbell, 2006)


Si existía un hombre que podía salvar la franquicia de Bond luego del desastre de Die Another Day (Tamahori, 2002), ese era Martin Campbell. Al fín y al cabo, ya lo había hecho antes. Casino Royale, inspirada en la primer historia de Bond de Ian Fleming, relanza la serie en una nueva continuidad, en la que el agente secreto recién comienza a instalarse en su lugar de "00". Un Bond intensamente más físico, heredero de films como The Bourne Identity (Liman, 2002), y según los expertos, mucho más aproximado al original literario de Fleming. Acción y espionaje en dosis exactas, ausencia de "excesos bondianos" y Daniel Craig sobresaliendo. Excelente entrega.


3. The Spy Who Loved Me (La espía que me amó, Lewis Gilbert, 1977)


La etapa Moore cayó repetidamente en la tentación de ser excesivamente paródica y sin sentido. Sin embargo, algunas de sus entregas intentaron escapar de la suerte de chiste en el que Bond se había convertido y, sin perder su esencia, ser buenos films de espionaje. The Spy Who Loved Me intenta aproximarse al "espíritu" de la etapa Connery y lo consigue incluso superando algunas de sus entregas. Lo más memorable: el villano por excelencia de la saga, el hombre que desplazó a Ernst Stavro Blofeld del podio: "Jaws"

2. Goldeneye (Martin Campbell, 1995)


Aunque Timothy Dalton no era ni por asomo un mal Bond, su corta etapa había terminado en una mala nota con Licence to Kill (1989). Era sabio dejar pasar algo de tiempo y buscar gente nueva y fresca para revivir al agente. Pierce Brosnan estaba esperando su oportunidad de ponerse el traje de agente secreto desde mediados de los 80, y cuando Martin Campbell le dio el puesto, los astros se alinearon. Goldeneye es perfecto material de Bond en tanto entiende que la clave es ser lo que es en su justa medida: Campbell no intenta tomarse demasiado en serio, pero se aleja de la parodia, e introduce todas las claves necesarias para hacer una película de 007 en un guión consistente. Brosnan es perfecto para el papel y el resto del elenco acompaña. 

1. From Russia With Love (Desde Rusia con amor, Terence Young, 1963)


La segunda es mi película favorita de Bond de todos los tiempos. Goldfinger sería la entrega que sentaría todos los "mitos bond" a repetirse constantemente en las películas que le siguieron, pero en FRWL, no existían ataduras de ningún tipo, la libertad era absoluta con respecto al personaje, y Young se permite entregar la que a mi juicio es una de las mejores películas de espías en época de Guerra Fría de la historia. El ritmo del film es electrizante y no envejece en lo más mínimo frente a los nuevos estándares del cine de acción. El trabajo de Young en dirección es soberbio, y Connery se consolida en el papel. Al finalizar FRWL queda claro por qué es el mejor Bond de todos los tiempos


jueves, 18 de octubre de 2012

taken 2 (búsqueda implacable 2)


Liam Neeson vuelve a ponerse la piel de Bryan Mills, el ex agente de la CIA experto en seguridad que dejara un gigantesco rastro de cadáveres apilados por las calles de París en Taken (Morel, 2008). En esta secuela, familiares de los tratantes de blancas que secuestraran a la hija de Mills, Kim (Maggie Grace) en la primera parte, quieren cobrarse venganza contra el hombre que los eliminó (posiblemente no todos los familiares, ya que estaríamos hablando de un pequeño país, cuando menos). Mientras Mills intenta recomponer la relación con su ex esposa, Lenore (Famke Janssen), los albaneses liderados por el padre de Marko (aquel muchacho al que Mills electrocutara en una silla en la primera parte), rastrean a toda la familia hasta Estambúl y deciden secuestrarlos. Kim escapa pero Bryan y  Lenore son capturados y queda en manos de Bryan ponerlos a todos a salvo.

Todo Taken 2 es una repetición exacta del original que pretende elevar las apuestas pero adolece de la chispa de su antecesora. El director Olivier Megaton (sí, "Megaton") invierte mucho más tiempo del necesario en llegar al asunto ("el asunto" es en este caso, Liam Neeson pateando colas). Así tenemos un preámbulo eterno y completamente innecesario en el que seguimos paso a paso a los villanos desde el funeral de sus familiares hasta localizar el paradero de los Mills, planos que sobran por todas partes (la escena de la barbacoa de Mills y sus compañeros por ejemplo) y una intención demasiado expuesta de hacernos comprender los motivos de los albaneses, completamente innecesaria cuando el alcance de la película no es el de villanos moralmente complejos ni mucho menos. Los momentos en los que sí sería interesante quedarse con los personajes para desarrollarlos se desaprovechan al extremo: en el inicio tenemos a Kim besándose con un novio; el asunto parece ponerse serio hasta que el padre interrumpe y todo queda olvidado. La situación habilitaba un sinfín de conflictos para una chica que poco tiempo atrás era vendida como esclava sexual, pero no vemos de ello ni los rastros.

El único interés real luego de al menos media hora de intrascendencia es el de ver a Bryan Mills haciendo las cosas que fueron el deleite de los espectadores en la primera parte, pero hasta en eso Olivier tiene fallas importantes. La genialidad inicial del método que usa Mills para recordar a dónde lo están llevando se extiende por demás y aburre con rapidez. Abandonando toda la lógica de su personaje, en un momento Mills pone a su hija a correr por los tejados tirando granadas, entre otras cosas. A medida que avanza la película, las "apuestas elevadas" no resultan tales, y lo único que salva a Taken 2 de ser completamente inmirable, es el atractivo inherente del personaje de Mills, heredado de la primera parte, y la hipótesis a la que me mantengo fiel luego de varios años, de que resulta imposible no amar a Liam Neeson y en consecuencia, perdonarle algunos deslices. 

Taken 2 es además una de las más recientes víctimas del "síndrome del videoclip", La nueva "regla" del cine de acción que establece que la acción es más trepidante y la descarga de adrenalina mayor cuando resulta imposible entender lo que ocurre. La cámara en mano y el montaje hiper veloz con planos que no llegan al segundo hacen de prácticamente cada escena de acción un embrollo desordenado del que deberían mantenerse alejados los epilépticos.

Desordenada, sin inspiración y con acción que apenas conforma. El puntaje se lo gana Liam solito, por ser Liam...

2.0/5.0

martes, 16 de octubre de 2012

re-watch: the x-files (2da temporada)

Un ojo medianamente observador y con algunos conocimientos básicos de lenguaje cinematográfico notará una constante en los primeros episodios de la segunda temporada de The X-Files: la cámara únicamente toma a Gillian Anderson en primer plano. No existen prácticamente planos abiertos de la actriz y cuando los hay, son siempre de espaldas o sentada con una gigantesca gabardina. ¿Cuál es el motivo de esta decisión formal tan poco usual? Poco antes de terminar la primer temporada, Anderson le informó a Chris Carter, creador y productor ejecutivo de la serie, que estaba embarazada; embarazo que evidentemente coincidiría con los rodajes de parte de la segunda temporada. En una serie de solo dos protagonistas, perder el 50% del elenco no era un problema menor, pero existían alternativas: el final de la primera temporada dejó a Mulder y a Scully alejados de su trabajo, con el cierre de la división de expedientes X y la correspondiente re-asignación de los agentes. Con Mulder y Scully trabajando separados, hubiese sido sencillo escribir algunos episodios en los que directamente Scully no participara, pero en lugar de tomar el camino fácil  Carter y su equipo elevaron las apuestas. Finalmente, el embarazo de Anderson sería todo lo que la serie podía haber deseado: el verdadero arco mitológico comenzaba.

El recorrido hasta el quinto episodio de la temporada se encarga de mostrarnos qué tan profunda es la relación de Mulder y Scully luego del cierre de los expedientes X, y sobre todo, qué tan dependiente se ha vuelto Mulder de su antigua compañera. Sin Scully, Mulder muestra su versión más oscura y desesperanzada, aun cuando la agente intenta rescatarlo de esa oscuridad. Un inteligente seteo que prepara el camino para someter a Mulder a lo peor que podría pasarle: la pérdida de otra de las personas más importantes de su vida.

En el capítulo doble "Duane Barry/Ascension", Scully es secuestrada por Duane Barry, un ex agente del FBI que afirma ser victima de repetidas abducciones extraterrestres. Hacia el final de Ascension, Scully desaparece, mientras Barry afirma que ha sido abducida por extraterrestres en su lugar. Este sería el comienzo "oficial" de lo que más tarde se conocería como el gran arco mitológico de la serie y funcional a la misma en más de un sentido. Es con este doble episodio que el personaje de Scully se "mete" finalmente en la historia. Toma su lugar en la serie más allá de ser la fiel compañera de Mulder, y elimina el problema real de la primer temporada, de tener un gran plan que involucra únicamente a la mitad del elenco. Ahora los expedientes X son la causa de ambos personajes, los involucran personalmente a ambos. Desde otro lugar, la abducción de Scully resulta ser el primero de una serie de incidentes que ponen a prueba constantemente la determinación de Mulder, en algo que se convertiría en una constante de la serie: someter al agente a toda la tortura psicológica y física imaginable. Mulder nunca fue ni será en el resto de la serie un personaje estilo "badass", pero lo que jamás podrá cuestionarsele es su espíritu, su resolución, y ese es uno de los puntos que pone en juego esta temporada. Mulder llega al final del año tras la pérdida y recuperación de su compañera, ha recuperado y vuelto a perder a su hermana, y perdido definitivamente a su padre, y aun así, no está dispuesto a dar marcha atrás en su búsqueda.

Tras el vampírico episodio "3", el regreso de Scully en el hermoso "One Breath" comienza a sentar las bases de lo que será la presentación del "gran tema" de la serie: la fe. El eslogan "I want to believe" no es simplemente una frase con gancho para The X-Files: en su lectura más profunda, toda la serie gira entorno a este tema, la capacidad de sus dos protagonistas de creer; en algo, en alguien, en "algo más"; en ocasiones coincidiendo y en otras discrepando, pero el recorrido último de nueve años de este creyente y esta escéptica será el de encontrar algo en qué creer. A este respecto, "One Breath" funciona como presentador de esta gran temática, mostrándonos al hasta ahora más frágil Mulder que habíamos visto en la carrera por salvar la vida de su compañera, finalmente cediendo y entregándose a la fe en una hermosa escena; y a Scully, debatiéndose entre la vida y la muerte, reencontrándose con una dimensión de su formación católica largamente perdida en su trabajo científico. La cruz de Scully será uno de los símbolos principales de esta temática a lo largo de toda la serie. 

La introducción de la mitología marca el punto más fuerte de esta temporada, y en consecuencia, los capítulos del arco mitológico resaltan particularmente por sobre los episodios independientes. De alguna manera, revelando más o menos en cada caso, todas las grandes líneas temáticas de la mitología de The X-Files quedan presentadas en esta segunda temporada: la experimentación y la abducción extraterrestre en el tríptico "Duane Barry/Ascension/One Breath" por un lado, mientras que el episodio doble "Colony/End Game", considerablemente lo más ambicioso de la serie hasta ese momento, presenta por primera vez el plan de colonización, los experimentos gubernamentales de clonación con ADN extraterrestre, la raza de los cazarrecompensas, y el abanico de posibilidades al respecto de la abducción de Samantha Mulder. Este excepcional capítulo en dos partes (en el que por primera vez de muchas venideras, Duchovny firma la co-autoría) además de hacer avanzar la historia macro de la serie, encuentra en su ritmo vertiginoso el tiempo para regalarnos instantes de gran introspección en la dinámica de la familia Mulder (así como hacía One Breath con Scully). Quizás uno de los mayores logros de la temporada sea el de desarrollar a la perfección la relación entre Mulder y su padre en solo tres episodios: hacia el final de "Anasazi" entendemos perfectamente el sentimiento de culpa frente a su padre que aumenta el tormento de Mulder por la desaparición de su hermana desde niño, mientras que se nos abren las puertas para preguntarnos que hay en el pasado de los Mulder que desconocemos y cuál es su vínculo con el fumador de cigarrillos.

Scully también es puesta a prueba sin descanso en esta temporada. Además de su abducción, en "Irresistible", el villano de turno Donnie Pfaster (otro de los pocos privilegiados con una secuela) vuelve a hacerla víctima de un secuestro. Esta vez, en ausencia absoluta de cualquier elemento paranormal, la agente finaliza el episodio quebrándose finalmente en brazos de su compañero, es un momento que le permite hacer catarsis no solo de ese episodio, sino de todo lo vivido en el último año y medio. La actuación de Anderson es estelar, y Duchovny acompaña. Ambos actores se superan constantemente, trabajan con gran versatilidad durante la temporada y dejan en claro que son de lo mejor que ha aportado su generación

Los episodios independientes, aun cuando no resalten puntualmente como hacían varios de la primer temporada, son un conjunto que en lo global resulta ampliamente consistente. La segunda temporada de la serie permite afianzar algunas fortalezas del año anterior, y consolida la que será reconocida hasta el día de hoy como una suerte de forma fílmica propia de The X-Files: los dolly lentos, la manera de captar los flares de las linternas, el uso del paisaje natural de las locaciones en Vancouver, la forma de iluminar la noche...una manera de filmar que, si bien no es creada en su totalidad por el equipo, se populariza y hace escuela gracias a la serie, y cuya influencia es fácilmente reconocible en productos de hoy en día. Una constante que hace que los espectadores no asiduos, sin recordar capítulos específicos de la serie, recuerden hoy que The X-Files los asustaba muchísimo. La temporada también se atreve a elevar las apuestas frente a lo mostrable en televisión, y a casi dos décadas de shows como The Walking Dead, todavía impacta por lo visceral y grotesco, género que desarrollaría hasta extremos insospechables en temporadas siguientes. El humor, un ingrediente sin el que hoy resulta imposible recordar la serie, también hace su (modesta) aparición en esta temporada, en la forma de capítulos como "Humbug" y en el desarrollo de una forma particular de comunicarse de los dos agentes especialmente luego del regreso de Scully.

El final de temporada, "Anasazi", aun en su calidad de cliffhanger, cierra una línea que se nos había planteado desde el inicio de la primer temporada: la de la confianza mutua; y la cierra no solo para los agentes, sino para nosotros los espectadores. A tal punto acompañamos el viaje de confianza de Mulder y Scully, que entendemos que algo está realmente mal en el momento en el que el agente le niega su confianza a su compañera. Podemos verlo actuar irracionalmente  podemos soportar que ataque a Skinner, pero no que niegue la confianza a Scully. Cuando finalmente Mulder se recupera, confirmamos el proceso de ambos personajes en estos dos años.

No sería del todo incorrecto decir que, de alguna manera, esta es verdaderamente la "primer" temporada de The X-Files. Todo el potencial que anunciaba el primer año aquí explota para mostrar por primera vez la serie que todos recordamos. Todas las líneas temáticas están ahora abiertas para lo que viene; nuevos personajes como X, el nuevo informante, o Alex Krycek, uno de los villanos más adorablemente odioso de la historia de la televisión ocupan su lugar junto a El hombre que fuma, o el todavía incierto Asistente de Director Walter Skinner. The X-Files juega a ser la mejor serie de su época, y con lo mejor todavía por llegar.

recomendados:

2X02 - The Host
2X05 - Duane Barry
2X06 - Ascension
2X08 - One Breath
2X10 - Red Museum
2X13 - Irresistible
2X14 - Die Hand Die Verletzt
2X16 - Colony
2X17 - End Game
2X20 - Humbug
2X22 - F.Emasculata
2X25 - Anasazi

domingo, 7 de octubre de 2012

the expendables 2 (los indestructibles 2)


Sylvester Stallone (Rocky Balboa, The Expendables) cede la silla del director a Simon West (Con-Air, The Mechanic) en la segunda entrega de The Expendables, en la que conserva su rol de guionista y  principal protagonista del "dream team de la rosca", el conglomerado más importante de estrellas del cine de acción de los últimos tiempos.

En esta secuela del original del año 2010, el equipo de mercenarios liderado por Stallone decide tomar venganza cuando uno de ellos es asesinado por Vilain (Jean Claude Van Damme), un criminal que pretende hacerse con una reserva gigante de plutonio ruso, en medio de un trabajo que debería haber sido sencillo. La trama así de sencilla y por demás predecible, pero ¿es eso un problema en un film como este? Para nada. No vamos a ver The Expendables 2 esperando un intrincado guión ni profundos personajes; y en aquello en que la película promete, cumple.

The Expendables 2 es probablemente una de las películas más cargadas de acción de los últimos tiempos. Una secuela que acepta el desafío de superarse que dejó la primera parte y lo consigue con éxito. Poco importa que no exista verdadera sorpresa, o que los personajes sean particularmente caricaturescos (el villano se llama "Vilain" y su acento es 100% indescifrable...). Lo que importa es la adrenalina, importa que el negativo de 35mm sude testosterona, y cuando en la primera secuencia del film Stallone enciende una moto y la hace saltar para derribar con ella un helicóptero, sabemos que no será un problema alcanzar el objetivo. 

Aún así, existe en The Expendables 2 un cuidado de algunas decisiones estéticas que buscan hermanarla a su predecesora y que merecen especial mención. West retoma el obsesivo interés de Stallone en films como Rambo (2008) o The Expendables (2010) en filmar en forma que roza el hiperrealismo la herida y la muerte en combate (que no es lo mismo que la verosimilitud del combate). Aún cuando las convenciones del género exigen el montaje rápido e inquieto, se hace evidente un estudio cuidadoso y detallista  de todos los elementos del combate con armas de fuego, desde la representación de la herida, hasta el sonido del armamento. West entonces pone este film en sintonía con la más reciente obra de Stallone, un director más que correcto dentro del más grande mainstream hollywoodense.

The Expendables 2 también salda la deuda que dejó su predecesora en cuanto al tiempo en pantalla de algunos de los pesos pesados del cartel (a los que se suman ni más ni menos que Van Damme y Chuck Norris). Esta vez, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger (lo escribí sin googlearlo) trascienden el cameo de la primera parte para sumarse a la acción, y nos regalan una escena de equipo junto a Stallone que es equiparable a ver jugar a la delantera del Barcelona, y que solo supera el enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre el protagonista y Van Damme
El humor es otro punto fuerte, que encuentra en Dolph Lundgren su factor más efectivo (alejándolo del rol más oscuro que cumplía en la primera parte) y en la meta referencia un deleite totalmente buscado.

Una película que tiene claro lo que busca y cumple completamente a la hora de mostrarlo.

3.5/5.0