domingo, 26 de junio de 2011

unknown (desconocido)


Primero lo primero: TODOS amamos a Liam Neeson. Honestamente, me resulta muy difícil encontrar otro actor en este tiempo sobre el que exista tal consenso. Podemos disfrutar más o menos de sus películas, pero nunca no disfrutar de su presencia en la pantalla. Liam Neeson es, por ejemplo, una contradicción garrafal en la saga de Star Wars y aún así, amamos su personaje que nunca debió existir. ¿Por qué pasa eso? Imposible saberlo, pero algo sí es claro: TODOS amamos a Liam Neeson, y de hecho, lo más probable es que cuando una persona se decide por ver Unknown, lo este haciendo por él.
Unknown inicia cuando el Dr. Martin Harris (Neeson) y su esposa (January Jones) llegan a Berlín para una conferencia sobre biotecnología. El Dr. Harris tiene que volver al aeropuerto a buscar una valija olvidada cuando un accidente automovilístico lo deja en coma durante cuatro días. Al despertar con solo fragmentos de su memoria, su esposa parece no reconocerlo, mientras que otro hombre dice ser el Dr. Martin Harris y ocupa su lugar, iniciando así la carrera de Neeson por probar que él es quien dice ser.
El director Jaume Collet-Serra (Orphan, House of Wax) intenta con Unknown un tradicional suspenso hitchcockiano. Algunos de los temas principales del director aparecen como centrales aquí: la persona común envuelta en circunstancias extraordinarias, la identidad confundida, la rubia de la que sospechamos…lo que no aparece, obviamente, es el maestro Hitchcock, que con seguridad podría haber convertido esta película en una obra maestra (soy de los que creen además, que de vivir y trabajar en esta época, Hitchcock hubiera usado a Liam Neeson en más de una oportunidad). En su lugar, Collet-Serra se esfuerza por presentar el suspenso de la forma más correcta y sobria posible, con sus aciertos y sus errores. Hay claramente buenas intenciones, quizás la más evidente sea la escena de la galería de arte, en la que Neeson intenta a la vez encontrarse con su esposa y escapar de un perseguidor, entre fotos y videos de rostros y miradas. Una escena que en manos de Hitch (o un De Palma si pensamos en directores contemporáneos) hubiese sido un clásico instantáneo del cine, aquí es solamente una buena idea mal ejecutada. La película, sin embargo, resulta lo suficientemente intrigante como para no distraerse demasiado por ese tipo de detalles, y aún cuando pierde un poco de ritmo luego de resolverse el misterio de lo que le ocurrió al Dr. Harris, se mantiene disfrutable hasta el cierre.
Consecuencia clara de la transición de novela a la pantalla es el descuido de los personajes de Bruno Ganz y Frank Langella, actores de primera línea que quedan de alguna forma descolgados de la trama principal, y con poco tiempo en escena para desarrollar elementos que considero, hubiera aportado enormemente a la intriga (además de darle más oportunidades al público de hacer su propia investigación en paralelo).
Algunas decisiones técnicas sí me resultan particularmente molestas: la estética de video clip mezclado con fotolog de adolescente para los flashbacks, al igual que en películas como Man on Fire (2004), es una moda que espero termine pronto; así como la edición ultra rápida que parece haberse adueñado de toda persecución automovilística de Hollywood en los últimos diez años.
Con todo esto, Unknown es de todas formas una película entretenida y disfrutable, que tiene en Liam Neeson su principal interés, ideal para un domingo de tarde

3.0/5.0

Gracias por Liam Neeson, es un hombre maravilloso
Gonza

sábado, 25 de junio de 2011

the hangover part II (¿qué pasó ayer? parte II)


Encontrar una forma de valorar objetivamente una película es a veces un suplicio mucho más grande de lo que la gente imagina, y si bien no creo que exista tal cosa como la objetividad absoluta, es bueno de cuando en cuando hacer el ejercicio. Los aspectos técnicos de una película son fácilmente valorizables  con objetividad, sin duda, pero cuando llega la hora de hablar del film en su conjunto, la tarea se complica. Existe sin embargo un afortunado lugar en el que esta dificultad desaparece: la comedia. Y es que pocas cosas resultan más sencillas que realizar la valoración de una comedia, aunque sea en términos muy simplistas: si me río es buena, si no me río es mala.
Esta introducción me resulta pertinente sobre todo a la hora de reseñar una película como The Hangover Part II, que considero, será recordada por dos aspectos puntuales: 1) ser una copia casi textual de la primera parte, y 2) hacer reír tanto o más que su predecesora sin esforzarse demasiado.
En The Hangover Part II, Stu (Ed Helms) listo para casarse en Tailandia, invita al resto de la “wolfpack” a la boda. Negado a una despedida de soltero, acepta tomar unos tragos con sus amigos en la playa. La acción se retoma a la mañana siguiente, cuando Stu, Phil (Bradley Cooper) y Alan (Zach Galifianakis) despiertan sin recuerdo alguno de la noche anterior y empiezan a reconstruir sus pasos para encontrar al futuro cuñado de Stu.  Este es el argumento de The Hangover Part II y es, efectivamente EL MISMO que el de The Hangover (2009). No solo la historia es exactamente la misma, también lo son los giros argumentales, la estructura, las revelaciones, el final con fotos…hasta el lugar donde encontramos al cuñado es un análogo de la primera parte. Entonces ¿cómo es posible que uno no salga de la sala cargado de ira y con la impresión de haber sido profundamente estafado? Sencillo: se entra a ver esta película esperando la risa, y se sale con esa expectativa colmada y superada.
Si The Hangover había sido un éxito en ignorar cualquier convención políticamente correcta y de “buen gusto” en comedia, esta segunda parte asume la carga de su predecesora y aniquila de plano los conceptos de lo mostrable en cine de humor en su primera media hora. El director Todd Phillips (The Hangover, Due Date) sabe que no puede arriesgarse a quedarse al nivel de la primera, debe ser más atrevido, más ordinario, más desenfrenado, y arremete contra este desafío elevando entre otras cosas, la carga gráfica de la película, buscando la patada en la cara del espectador y dirigiendo comedia como si de cine de acción se tratara (varias secuencias lo son de hecho). El humor más “inocente” queda en manos de Galifianakis, gigantesco repitiendo su papel de Alan.
Donde la película hace quizás más aguas, es en su último tercio, cuando se debe resolver forzosamente el paradero del cuñado de Stu, y no quedan ya espacios libres para que el trío se luzca como al principio de la búsqueda. El factor repetitivo del desenlace carga un poco el acto final y baja considerablemente las revoluciones del público, que afortunadamente cuenta con la secuencia de créditos para irse con una gran sonrisa en la cara.
Es difícil decir si una tercera entrega en la que se repita esta formula pueda llegar a dar resultado, pero tampoco lo hubiera dicho de una segunda, y tuve que rectificarme. Esperaré al 2014 para ver que pasa

3.5/5.0

Gracias por leer, son un público maravilloso
Gonza

viernes, 24 de junio de 2011

x-men: first class (x-men: primera generación)


Las historias de orígenes de personajes ya existentes siempre suponen asumir ciertos riesgos por parte de los cineastas. Principalmente, el riesgo de exponerse a los grupos de fundamentalistas que se preparan para atacar un film frente a cualquier tipo de libertad creativa que lo separe del material original (me vienen a la mente hordas de niños con capa, lentes y varita pidiendo la cabeza del Alfonso Cuarón).
X-Men: First Class es una de esas películas que decide aceptar los riesgos, y entrega a cambio una pieza que, separándose radicalmente del canon de los cómics, devuelve la vida a una franquicia casi agonizante luego de sus últimas dos entregas. Ubicada temporalmente en plena crisis de los misiles en Cuba, X-Men: First Class narra la creación del grupo de mutantes a cargo del Profesor Charles Xavier (James McAvoy) y el inicio de la relación que devendrá en su enemistad con Erik Lehnsherr, Magneto (Michael Fassbender).
El acierto del director Matthew Vaughn (Kickass, Stardust) es el de hacer lo que X-Men 3: The Final Stand y X-Men Origins: Wolverine no hicieron: priorizar la construcción de personajes y convertirlos en el motor que hace avanzar la acción y no al revés. De esta forma, Vaughn se toma prácticamente la mitad de la película en presentar y elaborar a Xavier y a Magneto y su relación, profundizando las diferencias que los convertirán en rivales, y enfatizando sutilmente en sus ideologías el paralelismo que planteaba Stan Lee al crearlos con Martin Luther King y Malcom X respectivamente. De particular interés en este esfuerzo, es la actuación de Fassbender, que dota de toda la ambigüedad necesaria al personaje de Lehnsherr, y permite además hacer una interesante relectura de las entregas anteriores de la franquicia, puesto que, en definitiva, First Class no es un re-lanzamiento de la serie, sino una prequela que se conecta directamente con las películas previas. Atestiguan esta intención algunos cameos que no voy a revelar aquí, pero principalmente, la escena inicial, extraída directamente de X-Men (2000) y editada para agregar a Sebastian Shaw (Kevin Bacon).
Este nexo con las anteriores entregas de la serie, viene acompañado además por quien, en mi humilde opinión, es en parte responsable de devolver la franquicia al nivel de las dos películas originales: el GRAN Bryan Singer como productor y autor. Bryan Singer es también co-autor y director de X-Men y X2, pero es por sobre todo, un amante de los cómics que entiende que lo que volvió fascinantes a los alumnos del Profesor X son sus interacciones antes que las inmensas batallas épicas. Sabiendo entonces que el éxito de First Class reside esencialmente en la correcta construcción de la enemistad entre los dos mutantes principales, Vaughn y Synger ensamblan un grupo de X-Men carente de “pesos pesados” como lo fuera el primer equipo de Xavier en los cómics (con Cyclops y Jean Grey entre otros) y traen a personajes como Havok o Banshee, conocidos principalmente por los fanáticos. El experimento funciona correctamente, ya que estos mutantes permiten agregar la cuota de acción necesaria sin distraernos de lo que resulta verdaderamente importante para el film.
X-Men: First Class es además un ejercicio interesante de reconstrucción de la atmosfera de los años sesenta, tanto la histórica en su acercamiento al suceso más “caliente” de la Guerra Fría, como la fílmica, manifestada sobre todo en los vestuarios y sets villanescos que recuerdan con complicidad a las primeras películas de James Bond.
 Si con Ironman y Thor no terminaba de quedar claro que Marvel se proponía un acercamiento más serio al cine de sus héroes, X-Men: First Class termina de demostrarlo.

3.5/5.0

Gracias por leer, son un público maravilloso
Gonza