lunes, 14 de febrero de 2011

the fighter (el ganador)


Ya vimos la “historia del boxeador” en infinidad de oportunidades. Probablemente Rocky (o más probablemente alguna de sus secuelas) sea el primer nombre que salte a la memoria, pero es casi seguro que escarbando un poco más podamos recordar alguna otra película que caiga dentro del género “la historia del boxeador”. De hecho no es siquiera necesario que el protagonista sea boxeador y que el deporte sea el boxeo, puesto que el combate en este formato opera en general como la analogía del camino que recorre el personaje. Sea un drama familiar, una historia de auto aceptación, una denuncia social, o todas combinadas, “la historia del boxeador” funciona constantemente en la maquinaria hollywoodense como el ejemplo último del “sueño americano”, de alcanzar la meta en contra de todas las posibilidades.

La historia de Micky Ward (Mark Wahlberg) es una “historia del boxeador” clásica en todo sentido: Micky  pelea y entrena bajo la sombra de su hermano Dicky Eklund (Christian Bale), ex boxeador que en su momento llegó a derribar a Sugar Ray Leonard, pero caído en la mala vida y adicto al crack. Las peleas no le resultan bien, su madre y hermanas no logran verlo sin compararlo con su hermano y Micky se plantea dejar el boxeo. Conoce en el medio a Charlene (Amy Adams), una de las pocas personas que parece tener algo de confianza en el valor de Micky en sí mismo, devolviéndole la fe e incentivándolo a seguir peleando.

Aún cuando está basada en la historia real de Micky Ward, The Fighter, de David O. Russell, parece mostrar todos los lugares comunes de este tipo de películas, todos los elementos son familiares, ya los hemos visto anteriormente en ficciones. Entonces ¿qué hace de esta película una adición tan sólida  a un género que ya se agotó hasta el extremo?  La fuerza de sus interpretaciones. Cada personaje de The Fighter está puesto en escena de forma tal que nos resulta inolvidable, pero por sobre todo, absolutamente real. No caben dudas de que Bale es el principal foco de atención, y no es para menos, el galés vuelve a dar muestra de su versatilidad y capacidad de contener, dentro de los límites de lo creíble, una actuación que podría escaparse de las manos a muchos de sus colegas más experientes. La transformación física (que no extraña a quienes ya lo vieron en The Machinist) se suma a un cuidado estudio de los gestos, movimientos y acento de un joven boxeador de Lowell convirtiéndolo en una presencia absolutamente magnética en la pantalla. Lo más interesante de su interpretación es de todas formas, el contraste que genera con la actuación de Wahlberg. Mucho más sútil y de perfil bajo, Wahlberg se permite explotar solo cuando la acción así lo demanda, para volver a retrotraerse sin dificultad alguna. Las características de la actuación de ambos hacen un espejo perfecto de la relación entre los dos hermanos, revelando tanto sus tensiones como la necesidad del otro que existe para ambos. Acompañan con solidez esta dinámica, los dos personajes femeninos en manos de Amy Adams, la pareja de Micky y Melissa Leo como su madre, ambas nominadas al Oscar de mejor actriz de reparto.

Russell (Flirting With Disaster, Three Kings) conoce el alcance de la historia y sus posibilidades en manos de los actores con los que cuenta, relegando la acción del boxeo, que le da paso al drama familiar como elemento que mueve la narrativa por sobre las victorias o derrotas de Ward. La ejecución de este plan está cuidada al máximo, haciendo, por ejemplo, con un trabajo fino de edición, que las peleas estén tan protagonizadas por Micky como por su familia desde la audiencia, y en consecuencia, por nosotros los espectadores.
Pocas películas desde el Rocky original de Avildsen (1976) se han atrevido a darle prioridad al drama real que conforma la “historia del boxeador” más allá del hecho deportivo concreto, y en general han sido estas las que hoy siguen valiendo la pena. Estimo que The Fighter será en el futuro una de ellas

3.5/5.0

Gracias por leer, son un público maravilloso
Gonza

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