domingo, 24 de febrero de 2013

zero dark thirty (la noche más oscura)



Si algo puede decirse sobre la nueva Kathryn Bigelow es que tiene un olfato único para encontrar las películas que el público norteamericano quiere ver. Y con "nueva", la referencia es, evidentemente, la etapa que comienza con su anterior film The Hurt Locker (2009), que inicia un periodo separado (casi) totalmente de su filmografía anterior que incluía titulos como The Weight of Water (2000) y la pequeña pieza de culto de los 90, Point Break (1991). Este periodo, marcado por el comienzo de su colaboración con el guionista Mark Boal, encuentra a Bigelow analizando en film algunos de los momentos clave de la historia estadounidense post 11 de setiembre, y convirtiéndolos en blockbusters de paso.

Zero Dark Thirty acompaña a la agente de la CIA Maya (Jessica Chastain) a lo largo de los diez años que toma la búsqueda y muerte de Osama Bin Laden. Aunque el film inicia presentándose como "basado en hechos reales" y se estructura en base a sucesos que sí ocurrieron, Bigelow y Boal se toman licencias artísticas absolutas en lo que refiere a personajes, creando un universo de agentes de la CIA y terroristas inexistentes, sin más que un primer nombre y que pueden o no estar inspirados en personas reales, pero que nunca interactúan con personas reales por fuera de ese universo, con la única excepción de Osama Bin Laden al final, a quien tampoco vemos "entero" en cuadro: un poco de su barba, su cadáver a través del visor de una cámara de fotos (sí, lo matan al final). Alejándose de los personajes históricos reales, Bigelow se aleja también de la necesidad de sustentar su película, al menos en parte, en una dimensión política, y hace a ZDT funcionar exclusivamente como un thriller en el que los hechos históricos desfilan delante de los protagonistas pero sin vincularse en exceso con la investigación. De hecho, la "investigación" parece girar en torno exclusivamente a la certeza intuitiva/obsesiva de Maya de que Bin Laden se "esconde" en plena vista, contrario a lo que sus pares y superiores de la CIA parecen creer, y sobre el final es la confianza en esa intuición la que lleva al paradero del lider de Al Qaeda.

De forma similar que su predecesora, ZDT pretende un acercamiento "documental" (y las comillas aquí son importantes) a la acción, mediante el uso casi exclusivo de cámaras en mano o cámaras de visión nocturna en la espectacular secuencia final de la captura. Intencionalmente o no, sin embargo, esta elección formal acerca peligrosamente al film al registro de las más recientes series televisivas del género. Resuenan en ZDT ecos de productos como 24 o de la más reciente Homeland, desde lo meramente formal hasta una similitud que a veces excede la simple sospecha entre el personaje de Chastain y el que interpreta Claire Danes en la serie (aunque con un poco menos de neurosis y jazz), ambas obsesivas hasta el extremo y dotadas de una intuición que al final prueba ser cierta. A diferencia de la televisión, sin embargo, no parece haber lugar para un desarrollo de personajes más amplio  Aun cuando Chastain está brillante en el film y continúa dando pruebas de su versatilidad como actriz, su universo es tan acotado que no le permite desarrollar una Maya más allá del mismo. La obsesión es una constante en los personajes principales de los films de Bigelow: con el trabajo, con el peligro, con el deber; y el espectador puede dar cuenta de la misma en tanto el mundo del personaje se va reduciendo progresivamente dejando fuera todo lo que no toca el objeto de la obsesión. Damos cuenta de esa espiral descendente en tanto los personajes del "mundo externo" dan cuenta de lo mismo. Pero en ZDT el mundo de Maya se encuentra desde el inicio ya tan acotado que el desarrollo de la obsesión con encontrar a Bin Laden no tiene mayor fortaleza y los momentos en los que la agente se enfrenta a sus superiores resultan atractivos exclusivamente por la sólida presencia de Chastain.

Sin embargo, no hay que negarle a Bigelow su capacidad técnica y su intuición como realizadora. La media hora final es atrapante a niveles insospechados, completamente hipnótica, y mucho más aun si consideramos que ya conocemos el final. Las polémicas sobre el uso de la tortura en el film, su veracidad fáctica y su vínculo real con la captura de Bin Laden parecen del todo irrelevantes luego del visionado, puesto la intención de "realidad" de la película se desmorona en su ficción. Quizás el error más grande de ZDT y sus responsables es el de pretender ser un relato fiel, documental, de la cacería del lider de Al Qaeda, cuando sus propias decisiones narrativas y de construcción le quitan ese título. Bigelow debería conformarse con haber creado un sólido thriller, redondo por donde se lo mire, pero que no necesita ser más que eso. No pasará a la historia como una directora que haya desglosado en profundidad algunos de los hechos históricos más trascendentes de nuestro tiempo, pero será recordada sí como una realizadora con la intuición suficiente para elegir qué historias contar en qué momento, y ser capaz de hacerlo con solidez técnica y narrativa.

3.5/5.0





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