miércoles, 13 de febrero de 2013

lincoln



Con más de treinta títulos en su filmografía, el cuerpo de trabajo de Steven Spielberg resulta asombroso tanto por lo heterogéneo de sus contenidos, así como por la coherencia máxima de la forma. Difícil es encontrar otro director que haga convivir en el universo de su obra las aventuras de un arqueólogo con látigo y el drama del holocausto en la Segunda Guerra Mundial, los operativos secretos del gobierno israelí luego de los juegos olímpicos de Munich y un futuro distópico en el que los crímenes pueden ser anunciados antes de que ocurran. Pero más difícil aun es que esa convivencia se dé de forma armónica, como un gran "todo" temático y formal que hacen de Spielberg un AUTOR en el sentido cahierístico de la palabra.

Decir que Lincoln es una biografía del decimosexto presidente de los Estados Unidos puede ser engañoso. El film apenas cubre los meses anteriores a su muerte y se centra fundamentalmente en sus esfuerzos por la aprobación de la enmienda que abolirá la esclavitud en la Unión y que. a su juicio, podría poner fin a la Guerra de Secesión. En el trasfondo de su actividad política, Abraham Lincoln (Daniel Day-Lewis) lidia con su familia, las culpas de un hijo perdido y la inestabilidad de su esposa (Sally Field), mientras que el hijo mayor (Joseph Gordon Levitt) se enfrenta a su padre cuando le manifiesta su intención de pelear en la guerra. 

No hay flashbacks de la niñez del presidente, su juventud o el inicio de su carrera política: Lincoln es, más bien, el retrato de un hombre en un momento específico de su vida, que le permite a Spielberg un estudio sutil de sus dimensiones fundamentales, las que lo hicieron un hombre relevante a lo largo de la Historia. Lo que hace a esta película tan personal para el director es la evidente fascinación que le genera la figura de Lincoln. Spielberg, un confeso lector de todo el material que llegara a sus manos sobre este presidente, filma a Day-Lewis desde el contraluz, y compone algunos de sus planos más bellos contra las ventanas de la Casa Blanca. El contraluz es en Spielberg siempre una llamada de atención, una dimensión mística que la luz agrega al objeto o personaje. Durante la votación en el Capitolio, el director corta al plano más hermoso del film: Lincoln sentado con su hijo en brazos contra las ventanas que inundan de luz el salón. 

El plano mencionado, además, confirma o refuerza el renovado enfoque del director hacia uno de los ejes temáticos de toda su filmografía: el conflicto con la figura paterna. Spielberg ha exorcizado sus "daddy issues"  en rollo de película desde el inicio de su carrera como director, y es posiblemente su propia paternidad la que aporta una nueva mirada a sus conflictos. Desde Minority Report (2002), el padre spielbergiano se redefine, camina hacia la redención, y el director parece concedérsela. En  Abraham Lincoln, Spielberg encuentra un personaje que es padre tanto dentro como fuera de su casa: a la primera aparición del personaje al inicio de la película, en campaña escuchando los relatos de dos soldados negros fascinados por su presencia, lo acompaña este plano luego de más de dos horas: el padre sentado, protector, con su hijo en brazos es el mismo padre que escuchaba las historias de sus soldados, sus otros hijos, también buscando la protección (que Lincoln entrega en forma de enmienda constitucional). La reacción de su hijo pequeño a la noticia de su asesinato es desgarradora y es a la vez lo que queda del Spielberg niño, la angustia, la desolación, pero que dan paso, en el único flashback del film al discurso de Gettysburg, a la mejor versión enaltecida del padre con sus hijos. Desde el inicio hasta el final del film entonces, Spielberg afirma que ha encontrado la forma de perdonar a su padre. 

En el lado de la interpretación ya no debería extrañar que cualquier rol que Daniel Day-Lewis acepta se convierte inmediatamente en memorable, poniéndolo a la altura, y muy posiblemente superando al otro gran actor que interpretara a Abraham Lincoln: Henry Fonda. Day-Lewis hace maravillas con su postura corporal pero sobre todo con su voz, que puede pasar de la máxima dulzura a un trueno en medio de la sala de cine. Spielberg pone a disposición de la interpretación de Day-Lewis un elenco de reparto que encabeza la sólida actuación de Tommy Lee Jones, seguido de cerca por Sally Field y un justo aunque con menos tiempo en pantalla, Gordon Levitt. 

Pero el director además trae consigo a los dos pesos pesados que acompañan su obra desde décadas atrás: el compositor John Williams en una de sus versiones más minimalistas y sutiles, y el genio de la fotografía Janusz Kaminski, colaborador inseparable de Spielberg desde Schindler´s List (1993). Las proezas técnicas de las que Spielberg es capaz potenciado por la fotografía de Kaminski se dejan intencionalmente de lado en Lincoln en favor de una forma fílmica que, análoga al personaje principal, se basa en la sencillez, la economía de movimiento y ausencia de grandes exhibiciones efectistas. Donde Kaminski brilla sin embargo, es en su tratamiento de la luz: las habitaciones inundadas, los contraluces, las ventanas del capitolio son de una belleza inusual incluso para sus estándares. 

Spielberg se auto define constantemente como un hombre que ama contar historias, el cine ES para Spielberg contar historias. El director encuentra en Lincoln y deposita en la película la fascinación por contar historias. Es también en ese sentido que Lincoln es una película íntima para el director. Al hablar de Lincoln, Spielberg habla también del cine, de cómo entiende el cine, y en definitiva, de sí mismo.

4.5/5.0

1 comentario:

  1. Para mi narra más a través del diálogo que mediante acciones, por eso decae la película en mi opinión.

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