sábado, 21 de abril de 2012

dracula for dummies

Al conmemorarse 100 años de la muerte de Bram Stoker, autor de la novela de vampiros más importante de la historia y a la vez de uno de los libros de referencia fundamentales en la literatura toda, me siento obligado a homenajearlo compartiendo las que yo entiendo son las películas fundamentales del famoso conde dientudo de Transilvania, tanto por sus aciertos, como por sus errores...


Dracula (Tod Browning. 1931)

La película que definió para la posteridad la imagen del vampiro en la interpretación de Bela Lugosi. Curiosamente, una película mucho más floja de lo que la gente quiere aceptar. Luego de un primer acto memorable en Transilvania, el film cae en un abismo del que nunca logra realmente salir al trasladar al Conde a Inglaterra. El peso de un guión pensado para el teatro y las limitaciones y censura del productor Carl Laemmele Jr. hacen que el genio creativo del gran Tod Browning se desdibuje en un film en el que la mayor conexión entre el director y su material quedó desechada en los pisos de la Universal. Aún así, la mirada hipnótica de Lugosi y su acento húngaro le confieren la etiqueta de "clásico"

Nosferatu, Eine Symphonie des Grauens (Nosferatu, F.W. Murnau, 1922)

Conocida como la primer adaptación fílmica de la novela de Stoker al cine*, aunque con título y nombres de personajes cambiados para no pagar derechos de autor, Nosferatu es también una pieza fundamental y definitoria del cine expresionista alemán. Considerablemente fiel al original literario, la figura del vampiro en Nosferatu, el Conde Orlok interpetado por Max Schrek simboliza la perversión ingresando a un mundo en armonía, la fealdad en lo bello. El vampiro es para Murnau una plaga que contamina la sociedad, y así lo representa literalmente con la invasión de ratas (aspecto presente en la novela de Stoker, muy poco utilizado en cine). Los ángulos de cámara sumados a la apariencia del conde transforman cada espacio armónico en uno cargado de deformidad y retorcimiento. Una joya del cine

Bram Stoker´s Dracula (Francis Ford Coppola, 1992)

Presentada con bombos y platillos como la versión más fiel a la novela de Stoker, nada podría estar más alejado de la realidad. Lo cierto es que, conservando la estructura de la novela a rajatabla, Coppola presenta en Gary Oldman a un Dracula completamente distanciado de su contraparte literaria. Además de la canallada de darle la identidad de Vlad Tepes en un afán de presentar una explicación (innecesaria e intrascendente) al vampirismo del Conde, Dracula no es aquí más que un amante maldito, un enamorado inmortal cuyas acciones encuentran justificación en haber perdido a su amada Elisabetta (Wynona Ryder) para reencontrarla más tarde reencarnada en Mina Murray (Ryder también). El conde ya no es una representación de la maldad más absoluta, sino un romántico rayando el patetismo. Aún así, los logros de Coppola en materia visual hacen de esta nefasta interpretación del vampiro un evento más que agradable a los ojos.

Dracula: Dead and Loving It (Dracula: muerto pero feliz, Mel Brooks, 1995)

Sin llegar al excelso nivel de su Young Frankenstein (El jovencito Frankenstein, 1974), Mel Brooks elabora la parodia perfecta del mito vampírico. Tomando como principal referencia el Dracula de la Universal, Brooks recorre con desopilante excelencia el catálogo de versiones del vampiro transilvano, de la mano de un genial Leslie Nielsen, que es incluso opacado por la versión de Van Helsing del propio Brooks y un sublime Peter MacNicol en el papel de Renfield.

Horror of Dracula (Drácula, Terrence Fisher, 1958)

El primer Dracula de la Hammer Films es, en opinión de quien escribe, la mejor personificación del famoso Conde. Sin pretender ser del todo fiel a la versión literaria, Fisher comprende a la perfección el personaje del vampiro, sus mitos y significados. El Dracula de la Hammer, interpretado por el gran Christopher Lee, es astuto, veloz, salvaje y sexual; un elemento que ingresa en la vida reprimida de los protagonistas para distorsionarla por completo, profundizando con maestría las dinámicas de tensión de los opuestos que plantea la novela. La violencia animal de Lee nos alejan completamente del aburrido aristócrata de Lugosi y es solo igualado en contundencia por el mejor Van Helsing de la historia del cine, Peter Cushing. Mi gran predilecta.

Dracula, Prince of Darkness (Drácula, Príncipe de las tinieblas, Terrence Fisher, 1966)

Secuela de la anterior, Dracula, Prince of Darkness profundiza otras dimensiones del mito vampírico con igual maestría. Ahora el tablero se invierte, ya no es Dracula en elemento distorsionador en una sociedad organizada, sino la representación de esa sociedad (dos matrimonios) que ingresan en el terreno oscuro del vampiro. Con esta premisa, la amenaza de Dracula es palpable en cada cuadro de film. El tiempo de Lee en pantalla es ínfimo y su personaje carece absolutamente de diálogos, sin embargo es una presencia constante y siniestra en la duración completa de la película. Brillante secuela que daría lugar a otras entregas de la Hammer de menor calidad, pero también protagonizadas por el genial Christopher Lee.

Gracias por leer, son un público maravilloso
Gonza

*existen los registros, aunque no se conservan copias, de una versión húngara de Dracula del año 1921, es decir, un año anterior a Nosferatu

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