lunes, 19 de marzo de 2012

naranjas para cuevana: una reflexión sobre el reestreno de el padrino

No sé cuántas veces vi The Godfather (El Padrino, Francis Ford Coppola, 1972). Honestamente; me resultaría imposible contarlas así como tratar de recordar todas las formas en que la vi: en VHS por primera vez a finales de los 90, la vi en televisión en los canales abiertos, doblada con pausas y con anuncios de Humberto de Vargas en el medio. La vi luego en el cable, entera o con anuncios publicitarios también. Me compré en la feria una copia pirata en DVD y en el 2009, con motivo de mi cumpleaños, mis amigos me regalaron la trilogía en su versión restaurada por Coppola, también en DVD. La última vez que registro haberla visto fue en agosto del año pasado. Fue en un cuarto de hotel en Nueva York durante la "Mob´s Week" (Semana de los gangsters) en el canal AMC de noche antes de dormirme, y recuerdo emocionarme con la escena de Al Pacino y Diane Keaton saliendo del Radio City Music Hall, porque había caminado por esa misma calle unas horas antes. Pero si alguien me pregunta cuándo fue la primera vez que vi The Godfather, tendría que contestarle que fue la semana pasada: viernes 16 de marzo del 2012.

Con motivo de sus 40 años recién cumplidos el 15 de marzo, salas de cine en todo el mundo están re estrenando la obra maestra de Francis Ford Coppola e increíblemente Uruguay no es la excepción: el viernes a las 20:15 en el Casablanca vi por primera vez en una sala de cine The Godfather.

No pretendo con esta entrada hacer una reseña; ni por asomo me atrevería. The Godfather es posiblemente una de las películas sobre la que más se ha escrito en la historia del cine y dudo que pueda aportar algo nuevo. De lo que si puedo hablar es de la fascinación casi infantil que supuso ver esta película en cine.  Algo similar a lo que viví me pasa también con la música: cuando compro un disco lo escucho repetidas veces en el auto o en casa, hasta que en algún momento decido escucharlo acostado o sentado en el sillón, pero con auriculares. Unos buenos, de los que suenan bien de bien que compré hace unos años, y descubro un montón de cosas que antes no había escuchado: arreglos, ruidos, texturas que eran para mi inexistentes aparecen de repente cuando escucho el disco en las condiciones en las que se supone que debería ser escuchado; y la obra así se complejiza para mí, se eleva a un estado nuevo que no es otro que su estado real, de completitud.

Esa misma sensación es la que tengo hoy luego de haber visto The Godfather en la pantalla grande: no la de haber descubierto algo nuevo, sino la de haber cambiado, elevado la noción (y admiración) preexistente. El viernes cobró una nueva dimensión la belleza de la fotografía de Gordon Willis en las escenas de Sicilia, la música de Nino Rota envolviéndome, la sutileza de cada movimiento de Marlon Brando. Ya desde el primerísimo primer plano inicial de Bonasera entendemos porqué esta película debe ser vista en el cine.

Hoy parece que de a poco nos vamos acostumbrando a ver el cine de la forma en que se presente, recorriendo un camino en el que sin pensarlo mucho, termina resultando indistinto el modo de acercamiento al hecho fílmico. No se trata de negar el cine en el hogar (esa discusión tiene tantos años como la propia invención de la televisión) ya que se puede ver cine de muy buena forma dentro de casa, de hecho, de forma casi excelente. Pero así como podemos ver Inception en blu ray con un gran sistema de sonido, también se hace frecuente ver The Lord of the Rings en la pantallita de una netbook. 

¿Es lo mismo? Ciertamente y a efectos prácticos el visionado de la película ocurrió. Pero ¿es lo mismo? ¿Es lo mismo ver el auto del gordo Clemenza recortado en el campo y la Estatua de la Libertad en el fondo en cine, que sentado en un escritorio? ¿Es lo mismo ver un primer plano de Marlon Brando llorando en la funeraria de Bonasera en una pantalla de ocho metros que en la de 3,5" de mi iPod? No, no es lo mismo. Y este es el quid de la cuestión, que la respuesta a esa pregunta siempre sea "no". No se trata de combatir los factores de comodidad o de economía innegables a la hora de descargar una película (yo soy el primer culpable), de ser fundamentalistas ni mucho menos. Se trata de asegurarnos que más allá de las maneras en las que accedemos al cine, no se convierta nunca en lo mismo el acto de ver una película de la forma en que fue concebida para verse, que una solución práctica pero ciertamente inferior. Se trata de permitirnos valorar un hecho artístico con todas las condiciones dadas para poder apreciarlo en su totalidad.  Se trata de que no de lo mismo, porque no es lo mismo.


Gracias por leer, son un público maravilloso
Gonza

7 comentarios:

  1. Gran post! Me pasó exactamente lo mismo el año pasado, cuando la pasaron en Cinemateca. Fue como verla por primera vez, por más que la había visto 234235345 veces antes. Agradezco infinitamente a cuevana y a los torrents porque me permitieron acceder a muchas cosas que no habría visto de otra forma, pero me tienen muy malacostumbrada.

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    1. Justo Cinemateca no es un ejemplo de cómo se debería ver una película. Más de una vez lo que hicieron fue proyectar un DVD. Se veía HORRIBLE :P

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  3. El tema es si ves la película como una obra de arte, o como entretenimiento. En el primer caso, todo lo que aporte a la experiencia de "vivir" la película es importante, sea una pantalla más grande, mejor sonido, que sea 3D, el "ambiente" del cine, etc. El cine es mejor que cualquier tele (por ahora), pero el IMAX le rompe el culo al cine común también.

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  4. No es lo mismo. No. Ni siquiera es lo mismo cuando las pantallas son más chicas de lo que deberían en cine. Luis Elbert siempre hacía hincapié en el tamaño de la pantalla.

    Está claro que es otra cosa propia del cine, no es lo mismo. La pantalla grande se está achicando por costumbres. Pero no hay duda que cuando se abandona la pantalla pequeña y la mirada vuelve a la pantalla gigante yo digo !pucha!. Es otra experiencia. Es el cine propiamente dicho.

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  5. Cuando salió "Avatar", creo que fue Kevin Nealon quien en su cuenta de twitter puso algo así como "Acabo de ver Avatar en mi iPod. No sé qué tanta cosa con esta película".

    Una linda humorada que está bastante en sintonía con lo que mencionás en el post.

    Abrazo,

    El Penitente

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