jueves, 18 de octubre de 2012

taken 2 (búsqueda implacable 2)


Liam Neeson vuelve a ponerse la piel de Bryan Mills, el ex agente de la CIA experto en seguridad que dejara un gigantesco rastro de cadáveres apilados por las calles de París en Taken (Morel, 2008). En esta secuela, familiares de los tratantes de blancas que secuestraran a la hija de Mills, Kim (Maggie Grace) en la primera parte, quieren cobrarse venganza contra el hombre que los eliminó (posiblemente no todos los familiares, ya que estaríamos hablando de un pequeño país, cuando menos). Mientras Mills intenta recomponer la relación con su ex esposa, Lenore (Famke Janssen), los albaneses liderados por el padre de Marko (aquel muchacho al que Mills electrocutara en una silla en la primera parte), rastrean a toda la familia hasta Estambúl y deciden secuestrarlos. Kim escapa pero Bryan y  Lenore son capturados y queda en manos de Bryan ponerlos a todos a salvo.

Todo Taken 2 es una repetición exacta del original que pretende elevar las apuestas pero adolece de la chispa de su antecesora. El director Olivier Megaton (sí, "Megaton") invierte mucho más tiempo del necesario en llegar al asunto ("el asunto" es en este caso, Liam Neeson pateando colas). Así tenemos un preámbulo eterno y completamente innecesario en el que seguimos paso a paso a los villanos desde el funeral de sus familiares hasta localizar el paradero de los Mills, planos que sobran por todas partes (la escena de la barbacoa de Mills y sus compañeros por ejemplo) y una intención demasiado expuesta de hacernos comprender los motivos de los albaneses, completamente innecesaria cuando el alcance de la película no es el de villanos moralmente complejos ni mucho menos. Los momentos en los que sí sería interesante quedarse con los personajes para desarrollarlos se desaprovechan al extremo: en el inicio tenemos a Kim besándose con un novio; el asunto parece ponerse serio hasta que el padre interrumpe y todo queda olvidado. La situación habilitaba un sinfín de conflictos para una chica que poco tiempo atrás era vendida como esclava sexual, pero no vemos de ello ni los rastros.

El único interés real luego de al menos media hora de intrascendencia es el de ver a Bryan Mills haciendo las cosas que fueron el deleite de los espectadores en la primera parte, pero hasta en eso Olivier tiene fallas importantes. La genialidad inicial del método que usa Mills para recordar a dónde lo están llevando se extiende por demás y aburre con rapidez. Abandonando toda la lógica de su personaje, en un momento Mills pone a su hija a correr por los tejados tirando granadas, entre otras cosas. A medida que avanza la película, las "apuestas elevadas" no resultan tales, y lo único que salva a Taken 2 de ser completamente inmirable, es el atractivo inherente del personaje de Mills, heredado de la primera parte, y la hipótesis a la que me mantengo fiel luego de varios años, de que resulta imposible no amar a Liam Neeson y en consecuencia, perdonarle algunos deslices. 

Taken 2 es además una de las más recientes víctimas del "síndrome del videoclip", La nueva "regla" del cine de acción que establece que la acción es más trepidante y la descarga de adrenalina mayor cuando resulta imposible entender lo que ocurre. La cámara en mano y el montaje hiper veloz con planos que no llegan al segundo hacen de prácticamente cada escena de acción un embrollo desordenado del que deberían mantenerse alejados los epilépticos.

Desordenada, sin inspiración y con acción que apenas conforma. El puntaje se lo gana Liam solito, por ser Liam...

2.0/5.0

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