miércoles, 7 de diciembre de 2016

arrival (la llegada, denis villeneuve, 2016)



En los instantes finales de Prisoners, el debut estadounidense del director franco canadiense Denis Villeneuve, Keller Dover, el personaje interpretado por Hugh Jackman, se encuentra literalmente en un agujero negro: un pozo oscuro y sin luz que es, visto desde una óptica fundamentalmente expresionista, una proyección fiel del estado de su humanidad. En la búsqueda de su hija, Dover ha permitido que la ira, el rencor (no logra, aunque intenta, pronunciar el "así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden" del Padre Nuestro) y el deseo de venganza lo consuman por completo. A tal grado lo ha consumido que su única salida posible se encuentra fuera de sus propias posibilidades, en la esperanza de que alguien lo escuche haciendo sonar el silbato de su hija.

Desde un lugar muy diferente, Kate Mercer (Emily Blunt en Sicario) acepta que la violencia se ha vuelto parte de su vida, aun cuando no la abrace. Mercer apunta con su arma a Alejandro (Benicio Del Toro), pero no consigue apretar el gatillo, dejándolo ir hacia el final de la película. En Sicario, la "heroína" (con comillas) asume con dolor y contra su propia moral, las reglas de juego que dominan el mundo en el que vive y entiende que nada puede hacer para cambiarlas. 

En Arrival, su más reciente film, Villeneuve cierra de algún modo una suerte de trilogía conceptual de la violencia (aun cuando hay mucho más en Arrival que solo una mirada sobre la violencia) y lo hace, de hecho, con su película menos violenta.

La premisa inicial no se aleja de otras películas y narraciones del género de la ciencia ficción: doce naves espaciales llegan un día a diversos puntos de la Tierra, por lo que agentes del gobierno de Estados Unidos se ponen en contacto con la Dra. Louise Banks (Amy Adams), licenciada en lingüística, en busca de una forma de comunicarse con los extraterrestres para determinar sus intenciones y evaluar así la respuesta terrestre. La Dra. Banks trabajará en conjunto con el físico teórico Ian Donnelly (Jeremy Renner) intentando descifrar el lenguaje de los visitantes antes de que alguna de las naciones implicadas (o la propia) tome la decisión del gatillo fácil e inicie la guerra. Villeneuve toma este disparador y, como ocurre en general con la buena ciencia ficción (y Arrival es probablemente la mejor ciencia ficción desde Minority Report de Spielberg del 2002), lo usa como vehículo para adentrarse en terrenos esencialmente humanos.

A lo largo de casi cuarenta años de cine, Clint Eastwood estudió los ciclos de violencia, sus causas y consecuencias para concluir en el final de Gran Torino (2008) que la única forma de detenerla es, sencillamente, salirse del círculo. Villeneuve se ubica con Arrival en un lugar que al menos hace eco de ese recorrido, y que es habilitado en esencia por el personaje de la Dra. Banks. Al visitarla en su oficina para reclutarla, el Cnel. GT Weber (Forest Whitaker) elogia la velocidad con la que la lingüista se encargó de traducir unas grabaciones de unos fanáticos persas, a lo que Banks ironiza, elogiando la velocidad con la que la milicia "se encargó de los fanáticos". Banks no es un soldado ni una heroína tradicional: es una lingüista, y es precisamente eso lo que necesita Villeneuve a la hora de buscar un lugar nuevo para posicionarse. Mientras que el mundo que la rodea (con la excepción del personaje de Renner y de forma más reticente el de Whitaker) se predisponen para una resolución bélica a la invasión, Banks cree que solo entendiendo el lenguaje de los visitantes, y en consecuencia entendiéndolos a ellos, es posible entender también lo que los motiva y contestar la pregunta crucial que se plantea desde su llegada: "¿cuál es su propósito en la Tierra?"
Para Villeneuve  este asunto es mucho más que meramente dramatúrgico y en consecuencia trata este nuevo enfoque desde la puesta en escena y el montaje. Independientemente de que la construcción cuidada de los planos y el ritmo pausado y sumamente controlado no son ajenos a su trabajo anterior, en Arrival se re dimensionan por contraposición a los postulados del género en sus encarnaciones más recientes (con excepciones, por supuesto). Así es que el director construye una ciencia ficción que toma más de Kubrick y de Spielberg que de las películas de invasión más próximas en su forma al cine de acción. De esta manera también, y en total conciencia (que no siempre abunda) de que en el cine la forma ES el contenido, Villeneuve corre el eje de la discusión. Esto es, Villeneuve se pronuncia con respecto a la violencia pura y exclusivamente a través de la forma cinematográfica.

Pero aun cuando el estudio sobre la naturaleza de la violencia es una constante en toda la obra de Villeneuve y tiene un lugar de peso aquí también, Arrival es mucho más ambiciosa en sus temas. Desde la experiencia más profundamente humana, el director explora varias de las grandes preguntas de la especie, y una vez más, lo hace a través de Adams y su personaje. En una secuencia inicial que es quizás la apertura más hermosamente triste desde Up (2009) descubrimos que la Dra. Banks pierde a su hija adolescente, Hannah, a causa de una enfermedad que no se nombra (pero que hace pensar inevitablemente en el cáncer). A través de sucesivos flashes conocemos más de la historia de Banks y su hija. Lejos de usarlos únicamente como recursos para la construcción del personaje, o comentarios sobre la historia central (a la LOST), el director incorpora cada momento de Banks y Hannah a la narrativa y los convierte en el corazón de la misma y en consecuencia, de la película toda. Villeneuve filma cada una de las escenas de madre e hija de una forma que hace recordar a los mejores momentos del más reciente Terrence Malick, y (a diferencia de cierto mexicano multipremiado últimamente) entiende que la Trascendencia y las búsquedas que plantean esas imágenes están indisolublemente ligadas a la emoción humana que retratan y no únicamente a un hermoso encuadre. Manteniendo el centro en la emoción humana y sin tratar de explicarla (como desaconseja Godard), es que Arrival consigue el éxito en dónde otras películas de igual escala y ambición fallan (a la mente viene enseguida Interstellar de Christopher Nolan). De esta manera Arrival, con sus extraterrestres, milicia y ciencia ficción, es además una de las películas más emocionalmente cargadas y a la vez satisfactorias de los últimos tiempos.

Villeneuve se nutre además de muchas otras fuentes a la hora de construir el todo sumamente coherente que es Arrival. Aun cuando está basada en la novela corta de Ted Chiang: Story of your life, resulta imposible no pensar en Slaughterhouse Five (Matadero Cinco) de Kurt Vonnegut (o a lo mejor sí es posible si los que leen no consideran Slaughterhouse Five el mejor libro de la historia de la literatura como quien firma esta nota). Sumando a las ya mencionadas y más evidentes referencias a Kubrick y Spielberg, Villeneuve construye gran parte del suspenso de esta película de forma puramente hitchcockiana, incluso reproduciendo de forma literal su ejemplo más conocido de la forma de crear suspenso en una escena que involucra una bomba a punto de estallar en la nave de los alienígenas. 

Para finalizar parece importante decir que además de todo lo anterior, Arrival es también un delicioso espectáculo visual, construido por un ojo que comprende que el cine es, en esencia, espectáculo, y que por tanto lo que está en la pantalla debe entretener a quien lo mira (además de otro montón de cosas que puede hacer). Villeneuve una y otra vez construye imágenes que ponen en evidencia que estamos frente al arte visual por excelencia. Desde el diseño del lenguaje que utilizan los heptapods (los extraterrestres) para comunicarse con los humanos, hasta los juegos con el horizonte que se permite dentro de la nave (y que recuerdan a Gravity de Cuarón), pero por sobre todo, en cada visita a la nave en la que los humanos en un espacio oscuro se enfrentan a los visitantes a través de una gran "pantalla" blanca iluminada, Villeneuve emula la experiencia del espectador y nos recuerda, a través de los ojos maravillados de una Adams en su mejor papel, la propia maravilla que representa la experiencia cinematográfica.

No es apresurado decir que Denis Villeneuve es probablemente uno de los mejores y más interesantes directores del siglo XXI. Con Arrival, sin embargo, se agrega una nueva capa a su cine, hasta entonces desconocida: la esperanza. El final de Arrival inevitablemente hace eco en otros de sus finales, decididamente más oscuros, y quizás, retroactivamente, los ilumina. Gracias al viaje de la Dra. Louise Banks, cabe pensar que Kate Mercer pueda encontrar un poco de paz interior, o que Keller Dover pueda encontrar la salida, puesto que si de algo parece estar seguro Villeneuve al final de Arrival, es de que podemos al final encontrar luz, sin importar lo oscuro que haya sido el viaje.






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