Cuando Mission:
Impossible II (John Woo, 2000) se estrenó, todo parecía estar perdido:
aquella compleja red de intrigas, traiciones y espionaje que había tejido con
éxito Brian De Palma en Mission:
Impossible (1996) se había convertido en un festival de explosiones sin
sentido y sonrisitas insoportables del agente de la IMF Ethan Hunt (Tom
Cruise), sin contar las inexplicables palomas fetiche del director. Y aún
cuando el devenir en un espectáculo cada vez más carente de inteligencia parece
ser la regla natural de la gran mayoría de las franquicias de acción, esto
había ido demasiado lejos. Sin embargo, en el momento en el que la carrera de
Tom Cruise parecía más dañada por una suerte de moda de “odiemos sus películas
porque no soportamos su vida personal”, el actor neoyorquino decidió aliarse
con la gente de la productora Bad Robot
para resucitar la serie y sobre todo, devolverle la dignidad a su protagonista,
el agente Hunt. Bajo la dirección de J.J. Abrams (Star Trek, Super 8), Mission:
Impossible III (2006) encontró el punto de equilibrio entre los dos
primeros films que la franquicia necesitaba para sobrevivir y convirtió al agente Ethan Hunt nuevamente
en un personaje interesante y querible para el público. Continuando en esta línea es que llega Mission: Impossible – Ghost Protocol.
Cuando un atentado al Kremlin es tomado por Rusia como
una agresión norteamericana del IMF, el gobierno americano inicia el Protocolo
Fantasma, desactivando por completo el IMF, desligándose de sus agentes y sus
acciones. Hunt conformará un equipo clandestino para impedir que los autores
del atentado puedan dar inicio a una guerra nuclear, y de paso limpiar el
nombre de la IMF. La tarea más difícil sin embargo, recae sobre el director
Brian Bird (The Incredibles, Ratatouille)
al debutar con actores de carne y hueso en una producción de este calibre. El
resultado es más que aceptable: Bird retoma el aproach de Abrams en el tercer film, equilibrando cuidadosamente la
intriga con el humor, espectaculares escenas de acción y (con algunos éxitos y
algunos fracasos) el desarrollo de personajes; pero lejos de imitar a su
predecesor y buscar la secuela segura, el director se propone techos muy
elevados especialmente en lo que refiere a la técnica. Prueba principal de esta
intención posiblemente sea la escena en el exterior del rascacielos Burj
Khalifa en Dubai, el edificio más alto del mundo, rodada íntegramente en IMAX.
Bird nos deleita visualmente mientras cuelga a Tom Cruise a escalar la fachada
externa del edificio, se da el lujo de continuar ese festín visual con una
espectacular persecución en medio de una tormenta de arena, y nos hace
considerar seriamente la posibilidad de cruzar el charco al menos para ver esa
fotografía en todo su esplendor.
Bird no se contenta
únicamente con la proeza técnica, sino que explora además algunas posibilidades
de la franquicia no tocadas anteriormente: por primera vez en la serie tenemos
la impresión de estar frente a un equipo del ÏMF y no a Ethan Hunt más sus
seguidores de turno, aproximándose mucho más a su versión televisiva. La selección
de un equipo con fuerte presencia en la pantalla es la clave: Paula Patton
funciona bien como la fémina principal, aún cuando su backstory sea
posiblemente lo más flojo de la película. Simon Pegg retoma su papel en el film
anterior, pero ahora como parte fija del equipo e inevitable comic relief, pero
quien más impresiona es Jeremy Renner
como el agente William Brandt, de gran química con la estrella principal y
fuerte personalidad en sus momentos individuales. Cruise sin embargo, sigue siendo la
quintaescencia del galán/héroe de acción, y los detractores de su vida personal
tendrán que reconocerle aquí (como tantas otras veces) su innegable carisma a
la hora de llevar adelante una película de este porte: nómbrenme otro actor que
no utilice dobles de acción para escenas como las del rascacielos en Dubai y
puede que lo reconsidere, pero de momento, Cruise vuelve a acertar con esta
cuarta entrega de Mission: Impossible
3.5/5.0
Gracias por leer, son un público maravilloso
Gonza
p.d.: puede que mi cabeza “lostie” vea cosas donde no las
hay, pero en una película de Bad Robot, producida por J.J. Abrams, con música
de Michael Giacchino y un cameo de Josh “Sawyer” Holloway, me resulta imposible
pasar por alto una de las famosas catchfrases de LOST…presten atención
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