viernes, 24 de junio de 2011

x-men: first class (x-men: primera generación)


Las historias de orígenes de personajes ya existentes siempre suponen asumir ciertos riesgos por parte de los cineastas. Principalmente, el riesgo de exponerse a los grupos de fundamentalistas que se preparan para atacar un film frente a cualquier tipo de libertad creativa que lo separe del material original (me vienen a la mente hordas de niños con capa, lentes y varita pidiendo la cabeza del Alfonso Cuarón).
X-Men: First Class es una de esas películas que decide aceptar los riesgos, y entrega a cambio una pieza que, separándose radicalmente del canon de los cómics, devuelve la vida a una franquicia casi agonizante luego de sus últimas dos entregas. Ubicada temporalmente en plena crisis de los misiles en Cuba, X-Men: First Class narra la creación del grupo de mutantes a cargo del Profesor Charles Xavier (James McAvoy) y el inicio de la relación que devendrá en su enemistad con Erik Lehnsherr, Magneto (Michael Fassbender).
El acierto del director Matthew Vaughn (Kickass, Stardust) es el de hacer lo que X-Men 3: The Final Stand y X-Men Origins: Wolverine no hicieron: priorizar la construcción de personajes y convertirlos en el motor que hace avanzar la acción y no al revés. De esta forma, Vaughn se toma prácticamente la mitad de la película en presentar y elaborar a Xavier y a Magneto y su relación, profundizando las diferencias que los convertirán en rivales, y enfatizando sutilmente en sus ideologías el paralelismo que planteaba Stan Lee al crearlos con Martin Luther King y Malcom X respectivamente. De particular interés en este esfuerzo, es la actuación de Fassbender, que dota de toda la ambigüedad necesaria al personaje de Lehnsherr, y permite además hacer una interesante relectura de las entregas anteriores de la franquicia, puesto que, en definitiva, First Class no es un re-lanzamiento de la serie, sino una prequela que se conecta directamente con las películas previas. Atestiguan esta intención algunos cameos que no voy a revelar aquí, pero principalmente, la escena inicial, extraída directamente de X-Men (2000) y editada para agregar a Sebastian Shaw (Kevin Bacon).
Este nexo con las anteriores entregas de la serie, viene acompañado además por quien, en mi humilde opinión, es en parte responsable de devolver la franquicia al nivel de las dos películas originales: el GRAN Bryan Singer como productor y autor. Bryan Singer es también co-autor y director de X-Men y X2, pero es por sobre todo, un amante de los cómics que entiende que lo que volvió fascinantes a los alumnos del Profesor X son sus interacciones antes que las inmensas batallas épicas. Sabiendo entonces que el éxito de First Class reside esencialmente en la correcta construcción de la enemistad entre los dos mutantes principales, Vaughn y Synger ensamblan un grupo de X-Men carente de “pesos pesados” como lo fuera el primer equipo de Xavier en los cómics (con Cyclops y Jean Grey entre otros) y traen a personajes como Havok o Banshee, conocidos principalmente por los fanáticos. El experimento funciona correctamente, ya que estos mutantes permiten agregar la cuota de acción necesaria sin distraernos de lo que resulta verdaderamente importante para el film.
X-Men: First Class es además un ejercicio interesante de reconstrucción de la atmosfera de los años sesenta, tanto la histórica en su acercamiento al suceso más “caliente” de la Guerra Fría, como la fílmica, manifestada sobre todo en los vestuarios y sets villanescos que recuerdan con complicidad a las primeras películas de James Bond.
 Si con Ironman y Thor no terminaba de quedar claro que Marvel se proponía un acercamiento más serio al cine de sus héroes, X-Men: First Class termina de demostrarlo.

3.5/5.0

Gracias por leer, son un público maravilloso
Gonza

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