lunes, 12 de noviembre de 2012

skyfall (007 operación: skyfall)


Cada vez que a un nuevo actor le tocaba pedir un vodka martini (revuelto, no agitado) se decía que una nueva era comenzaba en la franquicia cinematográfica más larga de la historia. Los principios y fines de las eras para James Bond se identificaban entonces, exclusivamente, con el ingreso de un nuevo intérprete para ponerse el smoking del agente del Servicio Secreto de Su Majestad más popular de la historia. Pero con el estreno de Casino Royale (Campbell, 2006) se elevaron las apuestas: la "nueva era" de Bond no implicaría únicamente un cambio de protagonista (que lo tuvo, al tomar Daniel Craig el manto de Pierce Brosnan) sino también una reconstrucción del mito de Bond desde el origen; una visión del personaje más adecuada al tiempo que corría. En Goldeneye (Campbell, 1995), la recién estrenada M (Judi Dench) sugería que el agente 007 era un "dinosaurio misógino, una reliquia de la Guerra Fría", y no mentía. La etapa de Brosnan tuvo que adaptarse a un mundo diferente al que supo alimentar los treinta años anteriores de la franquicia, con algunos aciertos pero también fracasos. Al iniciar una nueva era, el razonamiento fue inteligente: tomar conciencia de que seguir atados a una serie que debía ser coherente con más de veinte películas y cuarenta años de cambio en la Historia era esclavizante, y comenzar de cero.

Skyfall, de Sam Mendes (American Beauty, Road to Perdition) es la tercer entrega desde este reseteo de la franquicia que inició Casino Royale y complejiza aun más las dinámicas del nuevo universo del agente 007. La película inicia con una espectacular persecución en la que Bond va tras un hombre que porta una lista con la identidad y misiones de todos los agentes encubiertos del MI6. En el clímax de la secuencia, M (nuevamente Dench) ordena disparar sobre este hombre aun sabiendo que pone en peligro la vida de su agente. El primero escapa y Bond, dado por muerto, comienza una vida oculto y alejado del espionaje, completando de alguna forma las intenciones originales del personaje hacia el final de Casino Royale. Solo cuando el agente se entera de que atentaron contra los cuarteles de MI6 es que decide volver de su retiro y ponerse nuevamente a disposición de M.

En materia narrativa, quizás el aspecto más fuerte de Skyfall (y probablemente de todo el reseteo de la serie) sea el de aportar nuevas dimensiones a la persona de Bond. James Bond fue históricamente lo que la teoría del guión describe como un "personaje plano"; es decir, un personaje que no se desarrolla ni evoluciona conforme transcurre la (o las) película(s), no por fallas en el guión, sino porque el personaje no lo necesitaba para desenvolverse dentro del universo fílmico que lo contenía. Con Craig encarnado al personaje en sus primeros años, la oportunidad de convertirlo en "algo más" de lo que ya era resultaba tentadora, y Skyfall continúa en la línea de los dos films anteriores, esta vez, elaborando en torno a dos ejes principales: la relevancia de su propio trabajo, y su relación con M, que Casino Royale y Quantum of Solace (Forster, 2008) comenzaban a sugerir. Este tríptico de la era Craig tiene a Bond cuestionando su frialdad, su capacidad para sentir, sus lealtades y sus orígenes (algo que solo los seguidores de la serie literaria conocían de momento). De hecho, esta continuidad en el desarrollo del personaje hace que por primera vez en cincuenta años, los films de Bond dejen de ser 100% independientes, y aun cuando Skyfall es un film completamente autocontenido, el visionado de las dos entregas previas contribuyen (y mucho) a la profundización en este nuevo 007 y su universo.

Pero este Bond "humano" es además el Bond más intensamente físico de la serie desde que Sean Connery dejara el papel. La constante física del 007 de Craig  es la persecución. Bond corre más en estas últimas tres películas que en las anteriores veinte combinadas y esa acción se transforma a la vez en un elemento más de construcción del personaje: la intensidad y determinación del agente son mayores que nunca.

El formato impulsado por los personajes de este nuevo Bond, hace del director Sam Mendes una elección más que acertada y una valiosa adición a la extensa lista de realizadores que contribuyeron con la serie. Con el foco puesto en el viaje emocional de su protagonista, Mendes no olvida ni reniega de las citas obligadas en un film de 007, pero se las ingenia para dirigir la acción en favor de ese viaje, de forma electrizante pero sin caer en los comodísmos actuales del cine de acción, de los que Quantum of Solace era víctima. La cámara se queda donde tiene que quedarse y no registra infinidad de planos instantáneos para la edición. Mendes además se las ingenia para insertar los elementos del Bond "clásico" en este universo, enfantizando que se trata de un nuevo cominenzo, pero que se sigue tratando sin lugar a dudas de James Bond. Secuencias marcadamente "bondianas" (todo el viaje a China, por ejemplo, incluída la pelea con unos villanos y un gigantesco reptil) se unen a cuidadas referencias a la Historia del personaje: la re-introducción de Q, los guiños a los artilugios de antiguas películas, y varios más, visibles y no tanto, que no se van a revelar en esta reseña. 

Skyfall se beneficia además del estupendo trabajo de sus intérpretes principales: Craig y Dench están en el escalón más alto de sus contribuciones a la serie y cada escena que comparten es un punto alto de la película. Javier Bardem trae en la piel de Raoul Silva algo que la franquicia de Bond no tenía desde los ochenta: un villano verdaderamente memorable, y posiblemente de los mejores de la serie. Bardem se adueña de cada uno de sus escasos minutos en pantalla y resulta considerablemente menos acartonado que la gran mayoría de sus predecesores.

Hay un gran componente meta textual en Skyfall que no debe ser pasado por alto. La "muerte y resurrección" del agente, la trama política en la que se cuestiona la relevancia del trabajo de M y el MI6, la re-inserción de Bond en un mundo en el que ya no sirve una pluma explosiva como arma y el cuestionamiento constante a la capacidad del agente de seguirle el paso a ese mundo hablan en definitiva de la franquicia toda y su persistencia en el tiempo. Bond luchó y sobrevivió al peor de sus enemigos: la bancarrota de la MGM en 2010, y se mantiene firme en las taquillas. A 50 años del Dr. No (Young, 1962), Skyfall es un "statement" de que la franquicia más duradera y extensa de la historia del cine puede resurgir, adaptarse a este tiempo y seguir tan vigente como siempre.

Una de las mejores películas de la serie y más que sólido film fuera de ella.

4.5/5.0

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